Diario de una enfermera: Mi querida Carmen.

Capitulo 4: Mi querida Carmen.

Buenos días queridos amigos, os voy a hablar de mi querida Carmen.

Como ya os he contado soy una de tantas enfermeras que me ha tocado atender a pacientes de COVID durante toda esta dura pandemia. En mi caso como ya os conté, lo hice en un hotel medicalizado y actualmente visito a los pacientes en domicilio.

Es un servicio de hospitalización en domicilio. Eso quiere decir que no estás recuperado para que te den el alta médica pero tampoco estás en un estado agudo como para precisar estar ingresado en un centro hospitalario y motivo por el cual se plantea la continuidad del ingreso en tu propio domicilio.

Te visitan enfermeras y médicos para controlar tu evolución y administrarte tratamientos si los precisas o realizarte curas complejas. De todo esto os hablaré más adelante.

Pues bien, yo he tenido la suerte, a diferencia de muchas compañeras, de atenderos en una situación algo más estable de la enfermedad. No siempre he estado en domiciliaria, también he estado en planta, CCEE, URPA, CQA, UPQ, …… también os iré contando algún día.

Mi trabajo como enfermera en cualquiera de los servicios en los que me ha tocado trabajar a sido para mi muy muy gratificante. Como os conté, disfruto de mi trabajo y saco muchísimo de mis pacientes. Aprendo día a día de vuestras experiencias y eso me hace crecer como persona. Mi corazón de enfermera está hecho de pedacitos de todos y cada uno de los pacientes o usuarios que tengo el placer de atender. Algunas experiencias negativas pero la gran gran por no decir todas, positivas.

Carmen es una representación de todos. Representa lo que vivo diariamente en mi trabajo, lo que recibo de vosotros. Carmen es a la vez Fernando, Coroni, Miguel, Reme, Francisco, Josefa, Toñi, Juan, María Angeles, Paco, Luis, Enrique, Estrella,….y así miles de nombres más.

En mi corazón de enfermera estáis todos. Y caben muchos más. Tiene capacidad infinita. Y se auto regenera con cada experiencia vivida. Me endurece mi escudo protector, ese que alguna vez nos veis sacar en situaciones límite. Un escudo como me decís muchos, de superhéroe.

Carmen tiene unos ochentaitantos años. Pero la edad no importa. La acompaña Manuel. Manuel es su compañero de vida, su protector, su ángel y el que nos abre la puerta en cada visita con una enorme sonrisa bajo la mascarilla, ofreciéndonos su hogar como si fuera nuestro.

Manuel y Carmen al igual que toda su familia se contagiaron de Covid a la vez. Quien fue primero? pues eso lo saben ellos. No preguntamos. Pero esa situación es la que solemos encontrar en esta segunda mitad del año que acabamos hoy. Todos los miembros de la unidad familiar se contagian juntos, o uno detrás de otro. Situaciones repetidas en todas las visitas.

Desafortunadamente siempre hay alguien que lo lleva peor y desarrolla una neumonía grave que le lleva a tener que pasar por la UCI. Os podéis imaginar en una familia de por ejemplo, 2 adolescentes, dos adultos de unos 50 años y dos personas mayores de entre 80 y 90 años, quien de ellos se lleva la peor parte del contagio familiar? Estoy segurísima que habéis acertado todos.

En esta ocasión fue Carmen la que acabo en la UCI con una neumonía bilateral grave que le tuvo conectada al Oxigeno mas de lo habitual. Nos activaron para visitarla en casa y continuar la evolución. Siempre es mejor poder estar con la familia en esta situación ya que las visitas no son permitidas, nadie de la familia puede visitarte porque están confinados y en casa todos nos recuperamos mejor.

Solicitamos oxigeno en domicilio y Carmen fue trasladada a su casa con Manuel que la esperaba impacientemente. Al día siguiente fuimos a visitarla. Carmen estaba en la cama. No se había levantado aun porque tenia malestar general. Saturaciones de oxigeno que no superaban los 94% sobre 100%. Con oxigeno puesto las 24h. Si se lo quitaba bajaba a 89-90% y si se movía aun bajaba mas.

Carmen nos recibió como si fuéramos su salvación. Nosotros nos presentamos enfundados en un mono blanco que nos cubría todo, la doble mascarilla, gafas protectoras y doble guante. No había una parte de nuestro cuerpo que le transmitiera calor de nuestra piel, pero ella nos veía a pesar de todo aquello.

Recuerdo que le cogí la mano y no me la soltaba. Necesitaba ayuda y saber que no iba a ir peor. Carmen arrastraba la muerte de su hija a principios de marzo por otras causas y no había podido hacerle el duelo que ella esperaba.

A pesar de que cada día la llamábamos por teléfono y en varias ocasiones a la semana la visitábamos, Carmen nos preguntaba, si ese día no íbamos a ir. Los primeros días sintió mucho miedo, lloraba, no veía mejoría, a pesar que si la estaba teniendo. Manuel nos decía que había dormido bien y ella nunca pegaba ojo. Recuerdo que cunado la llamaba diariamente por teléfono me repetía que estaba «muy chunga», según ella peor que el día anterior. La evolución era buena y nuestra misión era convencerla de que era así. Durante el ingreso le hicimos varias analíticas de control y varias PCR porque costó que se negativizara.

Poco a poco fue viendo la mejoría en su cuerpo, pero costó mas de lo normal. Mientras tanto Manuel que también era positivo estaba cuidando de ella. Una hija desde el exterior daba soporte en compras y recogida de medicación de la farmacia.

No os podéis hacer una idea de la alegría con la que nos recibía Carmen y Manuel en las visitas. Éramos parte de su cura. Y poco a poco me costaba mas irme de aquel domicilio. A pesar de ser unos extraños vestidos de astronautas ella sentía la protección que le brindábamos.

Recuerdo cuando llame por teléfono para decirle que la PCR por fin había salido negativa y podían romper el aislamiento. Ella solo pensaba en poder ver por fin al resto de su familia que hacia mas de un mes que no veía. Me dijo, «que contenta estoy, cuando te vea te voy a dar un abrazo». De hecho el día de antes me había dado uno sin poder evitarlo. Ella lo estaba deseando desde hace días pero las medidas de prevención no nos permitían mucho acercamiento, o no mas del que nos hubiera gustado. Ese día le cogí la mano y sin poder reaccionar tiró de mi y me abrazó. Y sabéis que? Me dejé, y la verdad es que yo también lo estaba deseando. Y como no iba a estar mas protegida que en ese momento con el EPI puesto, pensé……..que narices, lo necesitamos. Ella, yo, Manuel, Fernando, Coroni, Miguel, Reme, Francisco, Josefa, Toñi, Juan, María Angeles, Paco, Luis, Enrique, Estrella, y ………….. Por todos, disfrute de ese momento. No lo iba a poder hacer muchas veces mas.

Al día siguiente pudimos entrar por fin sin EPIS al domicilio. Aunque nuestro protocolo sigue siendo, bata de protección, doble mascarilla, guantes y la mayoría de veces gorro de enfermera. Ese día me lleve el abrazo prometido y antes de darle el alta, Carmen pudo ver mi rostro. Me quitó años, y me vio mas delgada!!!, y es que no os podéis imaginar lo que pasamos con todo eso puesto.

Le prometimos a Carmen algo. Ella nos quería invitar a desayunar para darnos las gracias. Y he de deciros que es algo bastante habitual pero son situaciones que a veces no son adecuadas para la situación actual, a pesar de que en alguna ocasión hemos llegado a algún domicilio y nos tenían preparada la mesa. Imposible dejarles con el desprecio. Es una situación rara pero muy satisfactoria al recibir esa muestra de cariño y agradecimiento por lo que han sentido al recibir nuestras visitas. No os vayáis a pensar que desayunamos todos los días en casas ajenas!!!!. Normalmente es un, «no se preocupe que ya he desayunado». Pero en 11 años en la domiciliaria puedo decir que unas 4 veces no he podido decir que no.

Mientras espero que lleguen buenos tiempos para poder realizar lo prometido a Carmen y Manuel, despido este año triste. Un año de muchas lecciones. Un año de muchas perdidas. De descubrir realidades a tu alrededor que te sorprenden. Para bien y para mal. Yo este fin de año lo dedico a todos los que ya no están. Y les mando el mayor de mis abrazos al toque de las campanadas. Con un mensaje para ellos: «vuestra enfermera seguirá velando por los vuestros, descansen en paz».

Nos vemos pronto queridos amigos!!! Un beso enorme para todos (a distancia claro).

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