
Historias de nuestros lectores
Por Cocarutas
Este fin de semana reuní a unos ochenta amigos furgoneros, digo furgoneros, ya sé que la definición de la academia de la lengua nos define como furgoneteros, personas que tienen o conducen una furgoneta, pero según mi definición, furgoneros son aquellos que sienten, viven y aman esta forma tan libre de viajar e incluso vivir en una furgoneta, bueno también había autocaravanas, pero que también aman esta forma peculiar de viajar y disfrutar acompañando a los furgoneros, mi intención era contaros un poco de nuestras aventuras en Vega de Valcarce, me temo que no voy a encontrar las palabras adecuadas, las emociones vividas bloquean mi cerebro incluso me tiemblan las manos, solo os doy las gracias por acudir a mi llamada, también a la anfitriona la SEÑORA ALCALDESA que nos facilitó las cosas y además le puso ritmo, marcha y fiesta a nuestra estancia, repito gracias a todos.

Ahora a falta de palabras os pongo algunas fotos, esta vez mis quehaceres y los nervios hicieron que me olvidara de mi oficio de reportero no oficial, empezaré con la ubicación, este era el sitio, Vega de Valcarce, no muy grande pero de bello caserío, se extiende por la vega que el río forma en el valle del mismo nombre, aproveche para tomar la foto en un descanso cuando la mitad de furgos estaban fuera, valía la pena ver casi todo el pueblo, el castillo y el impresionante paisaje otoñal.

Luego la subida al Castillo de Sarracín: Por la identidad del nombre con el del conde berciano Sarracino, hijo del Conde Gatón, se le ha atribuido la antigüedad del siglo X, aunque luego la historia nos haya conservado pocas noticias suyas durante los siglos posteriores. Sarracino, hijo primogénito del Conde Gatón, le siguió en sus cargos de conde del Bierzo y de Astorga. La fábrica de este castillo es del siglo XIV, fecha en la que pertenece al marqués de Villafranca.

Este viejo castaño, quizás de más de mil años nos saludaba a mitad de la subida, para darnos ánimos y deliciosas castañas para reponer energías.

Aquí el guaje segurata asturiano bloqueando la entrada hasta cobrar el portazgo, tal vez ya vivía en la época de los señores feudales, cuando imponían a todo aquel que quisiera pasar a Galicia un pago conocido como “portazgo, en 1702 Alfonso VI suprimió este privilegio, con la intención de acabar con las tropelías que se justificaban al amparo de su cobranza, que le vamos hacer, hay gente que no se entera y sigue con los atropellos, se piensa que los visitantes no sabemos en qué siglo vivimos.

Estos son los torturadores con perros para amedrentar a los que no pagan, se encuentran camuflados entre los visitantes y cuando reciben la señal del que no paga, se ponen a su lado diciéndole que, si no satisface la entrada, su perro puede enfadarse.

Desde el castillo también nos vigilaban, si alguien se saltaba las normas, entonces nos enviaban a un halcón asesino, nada se escapa del control de estos feudales, solo si pagas tienes derecho a todo.

Luego nos invitaron a un suculento cocido berciano, con el mejor vino, alcoholes varios, con tal de emborracharnos y sacarnos más dinero, también aquí, un guardián del orden amenaza a una comensal, tal vez por no seguir los protocolos establecidos o el decoro en la forma de vestir.
Después el magosto, los patacos, la panceta, más vino, la queimada, los cubatas, las cervezas y más, de esto no tengo fotos, espero que alguien las cuelgue, yo no estaba en condiciones de trabajo.

El domingo, ya liberados del acoso de los feudales, salimos a disfrutar del pueblo, tampoco tengo fotos, ya tenía bastante trabajo ejerciendo como guía y controlando los desmanes de los revoltosos visitantes, este es el mesón Serracin, en el reponíamos fuerzas en nuestra excursión, luego visitamos la quesería Veigadarte, con degustación incluida, de sus famosos quesos artesanos de cabra, toda una delicatesen, después rezamos en todas las iglesias.
Al final del recorrido entramos en la iglesia de la Madalena, para que los creyentes pudieran redimirse de sus pecados, esta iglesia fue reformada en distintas épocas, por lo que podemos datarla en varias fechas: siglos XVII, XIX y 1958 y 1980. Es un edificio de planta rectangular, de una sola nave y torre campanario de planta cuadrada a los pies.

En el exterior, la nave, con cubierta a dos aguas, refuerza sus muros laterales con contrafuertes, completando su volumen con la torre, de dos cuerpos para campanas, con dobles arcos de medio punto en cada una de sus caras, convertidos en el primer tramo en balcones con acceso desde el coro.
Ya llegando a nuestros aposentos, nos recibió esta escultura, que muy amable nos saludó con el brazo en alto, a su espalda un hórreo típico de la zona, donado por un vecino de Laballós.

Después ya no recuerdo nada más, solo sé que, comimos y bebimos otra vez, quiero obviar los lloros y despedidas, prefiero pensar que cualquier día volveremos a encontrarnos en otro sitio o simplemente en la carretera, acabo con el dicho de que (arrieros somos y en el camino nos veremos).
Saludos a todos, gracias mil a los asistentes al evento y a todo el pueblo por aguantarnos, a los que colaboraron en nuestro encuentro.
Gracias señora alcaldesa, ojalá siga gobernando usted, necesitamos muchos ediles que nos acojan y nos hagan vibrar con su energía y vitalidad.
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