
Historias de nuestros lectores
Por Cocarutas
Bueno como parece que hay lucha antes de que os matéis quiero que leáis esta historia, luego reflexionáis y si no os convence mataros pero sin sangre, hoy os voy a contar como me enamoré de una vaca, no de una vaca cualquiera, era esta, decir que nuestro amor no era un amor carnal, más bien Platónico o tal vez Quijotesco.
Los hechos ocurrieron en el año 1978, a finales de julio, mi suegro necesitaba comprar una vaca y me pidió que le acompañara a la feria para comprarla, yo no tenía ni idea de vacas solo sabía que producían la leche que tomábamos en casa, al entrar en la feria él se quedó hablando con un amigo y yo di una vuelta mirando todo el ganado, especialmente las vacas, en una esquina vi una que me llamó la atención, era grande , fuerte, con las patas fuertes y robustas unas ubres que prometían dar mucha leche, pero sobretodo la cabeza levantada, con una actitud alegre y chulesca a la vez, me acerqué a ella y antes de que me diera cuenta me besó la mano, yo le correspondí con unas caricias a lo largo del lomo y ella me volvió a besar la mano, fui en busca de mi suegro y le dije “la mejor vaca está en aquella esquina, vamos pronto no sea que otro la compre antes” mi suegro la observó detenidamente, luego hizo las preguntas de entendido en la materia y empezó el trato, el vendedor pedía 30000 ptas. y mi suegro ofreció 27000, regateo tras regateo se plantaron, el vendedor en 29000 y mi suegro en 28000, nos fuimos a dar una vuelta para ver otras opciones y nada, ninguna encajaba en el perfil que él quería, volvemos a la chula y ella agradeció mi presencia con otro beso, como comprador y vendedor no se movían de sus posiciones yo tercié en el trato, les encajé las manos y dije firmemente, la diferencia son mil pesetas quinientas cada uno y trato hecho, el vendedor dijo la palabra de tu yerno va a misa, pero mi suegro no quiso bajar del burro, yo conocía a mi suegro y cogí un billete de quinientas pesetas de mi bolsillo y lo metí en el bolsillo de la chaqueta del vendedor, entonces el vendedor aprovecho para tirarle en cara a mi suegro todo lo que se le puede decir a una persona que deja mal a un hombre por tan poca cosa, yo estaba contento, no por la bronca a mi suegro si no porque ya tenía en mis manos el ramal de mi chula.

La llevé a casa sin dejarla a nadie, la acomodamos en el establo al lado de otras, un tanto recelosas de tener una nueva con quien compartir el poco alimento que había, antes de irme a dormir fui a verla y la acaricié para que se tranquilizara, pero a media noche ella no podía dormir y llamó por mí con un muuuuu muy largo, yo me levante y fui a verla, le acaricie de nuevo y le dije que se acostara que al día siguiente volvería a verla, se acostó y ya no volvió a llamarme en toda la noche. Dos días más tarde la líder de casa quiso someter a mi chula y vino desafiante a luchar con mi chula, ella la esperó tranquila, cuando estuvieron cerca opoyaron sus cabezas frente a frente y mi chula con un pequeño esfuerzo barrió la líder, que sin pestañear acepto a la chula como nueva líder, a partir de entonces la que quisiera pelea con cualquiera de las otras tenía que vérselas primero con mi chula, ella siempre las defendía y por supuesto vencía a cualquier intrusa.
Lo grande de mi chula es que me entendía como si supiera mi idioma, la guiaba por la calle, llevaba el carro, araba y nunca cogí el palo para nada, incluso era tan inteligente que comía la hierba siguiendo los surcos por medio de los repollos y si tenía duda de si se podía comer una planta o no me miraba y ya sabía la respuesta. A los diez días yo tenía que regresar a Barcelona y confieso que estaba triste, tenía que dejar a mi chula, cuando estaba cargando el coche ella rompió la cadena y vino a despedirse de mí, esto me rompió el alma, me abracé a ella y lloré como un niño, nunca nadie antes sentía tanto mi marcha, al año siguiente mi sorpresa fue mayor, casi dos km antes del pueblo me vino a recibir, se había escapado del prado, dejando tirada a mi suegra para venir a recibirme ¿Quién le dijo que yo regresaba? ¿Cómo podía saber cuándo venia yo? ¿Que inteligencia superior tenía mi chula? ¿Qué ondas o lenguaje usaría?
Nunca supe la respuesta pero cada año procuraba despedirme de ella antes de cargar el coche y al año siguiente estuviera donde estuviera venia a recibirme.
Luego mis suegros vendieron las vacas y nunca supe mas de ella, eso si me enfadé tanto por no decirme que las vendían que estuve cinco años sin ir al pueblo.
Desde entonces siempre pienso sin ninguna duda que hay animales más inteligentes y mejores que las personas.
Desde entonces a todas mis furgonas les llamo chulas in memorial a mi chula.
Saludos mil furgoneros P.D. este relato se lo dedico a T3 porque una vez me dijo que en su juventud el adiestraba xovencas o jovencas no lo recuerdo.
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