Historias de nuestros lectores
Por Cocarutas

Para poder contaros esta historia tengo que situaros, martes 7 de agosto, once de la mañana, estaba yo sentado a la sombra de estos plataneros del jardín de Villafranca del Bierzo, mientras mi mujer visitaba todas las tiendas del mercadillo, un hombre ejerciendo de abuelo canguro de una nieta de unos cinco años, (quizá por falta de experiencia,) pasó por el mercadillo donde había muchas cosas que llamaban la atención de la niña, un tanto caprichosa y algo mal criada, el caso es que ella quería todos los juguetes que tenían los tenderos, el abuelo no estaba dispuesto a comprarlos, la niña montó en cólera, berreando como si le hicieran daño, tirándose al suelo sin importarle ensuciar el vestido y escapando de la mano del abuelo con tal de volver al mercadillo.

Sin que nadie me llamara, me puse en medio de su camino, con cara seria y le dije, (alto señorita, yo soy el jardinero de este hermoso jardín, no estoy dispuesto a que nadie entristezca mis plantas, todas las mañanas riego mis flores, les cuento cuentos, pequeños poemas, incluso les canto, como canto muy mal a veces llueve y se ponen muy contentas no permitiré que nadie las ponga tristes) pausó su rabieta, entonces le dije, si quieres pasar puedo enseñarte mi precioso jardín, pero si sigues llorando tendrás que marchar de aquí y no podrás volver hasta que vengas alegre.
El abuelo, aliviado por la situación dijo, tenemos que marchar para hacer la comida, con tal de llevarle la contraria la niña accedió a visitar mi jardín, bueno ahora tienes que darme la mano y no puedes llorar ni tocar las plantas, solo las que yo te diga, tu abuelo vendrá con nosotros pero él no puede preguntar nada, ya es suficientemente grande para saberlo todo, ¿De acuerdo? Chócala, me dio una palmadita y se cogió a mi mano.

Empecé por enseñarle las hortensias, mira que bonitas, se llaman hortensias, crecen en sitios húmedos y necesitan mucha agua, son muy cariñosas, les gusta que las acaricien, dale un beso con la mano y verás cómo cambia de color, al acariciarla miró a su abuelo, momento que aproveché para cambiar mi mano a otra de color más intenso, ya ves que contenta se puso, ahora es más oscura y hermosa.

Gracias hermosas flores, De los visitantes la envidia. Estoy muy agradecido, Por hacer feliz a esta niña.
Luego, le enseñé los gladiolos, esta planta puede ser de muchos colores, este es el más bonito, tengo que plantarlas en sitios que estén protegidas por otras, son muy altas y el viento las rompería, sirven para que las abejas y mariposas duerman por la noche en su interior para no tener frio, no se pueden tocar sus pétalos se dañarían, saqué mi lado cantor cantando esta canción, (soy el rey de este jardín, donde crecen miles de flores, hasta aquí viene Cupido, para repartir miles de amores,) esta vez no llovió y conseguí que me dijera que cantaba muy bien, cosas de niños.

Ahora los rosales, de muchos colores, escogí esta porque estaba en su mejor momento, estas rosas son muy presumidas, no quieren que las toquen, incluso desarrollaron espinas, para pinchar al que se atreva a tocarlas, yo las toco porque saben que las cuido, solo aceptan que las toquen las abejas para que lleven su polen a otras y transmitirles su color. Animado me atreví a cantarle esta canción, La besan las mariposas, las abejas y el picaflor. Le canta sus melodías, el alegre ruiseñor.
Mira este gigante, se cree el vigilante del jardín, dicen los que pasean por las noches, que a veces se enfada, se sale sus casillas y los persigue por todo el parque, yo creo que es mentira, es un bonachón, hace sombra a las rosas más tiernas, a los pájaros cuando hace calor, incluso algunos hacen sus nidos dentro para que no los vean sus enemigos, esta vez le dije a la niña que tenía que cantar conmigo, si no el gigante se enfadaría, después de un pequeño ensayo cantamos a coro lo siguiente.

Arbolito, arbolito, gigante de mi jardín, cuídame bien mis flores, yo te cuidaré a ti chiquitín.
Al llegar a las margaritas, quise poner a prueba su valor, mira estas flores son las más listas del mundo, ellas lo saben todo, ¿Quieres preguntarles alguna cosa? Dudaba, entonces cogí una, mientras la cogía me cuidé de contar sus pétalos para no fallar, eran pares, empecé preguntando, ¿soy yo el jardinero de este jardín? Arranqué el primer pétalo, dije No, segundo, Si, claro el último tocó Si, alucinaba la niña, ahora le preguntaremos ¿Es guapa esta niña? Saltaba de nervios, no estaba segura de lo que diría la margarita, como estaba preparado salió que Si, desbordada de felicidad hacía preguntas, ¿Cómo lo sabe? Son muy sabias, lo saben todo le contesté, si quieres les preguntamos si eres buena, las dudas le daban miedo, mientras cogía otra aceptó, hice la pregunta, ¿Crees que esta niña es buena? Claro el resultado fue positivo, su alegría no tenía límites, ves abuelo como soy buena, lo ha dicho la margarita.

Cerca de las doce llegó mi mujer, me tengo que ir, adiós mi querida señorita, vuelve cuando quieras, aunque no esté yo, puedes traer a tus amiguitas sí no tocan las plantas y no lloran y tu tendrás que ser muy buena, ya sabes que las margaritas lo saben todo.
El abuelo canguro me dio la mano y me dijo, (usted sí que es un buen abuelo) no esté tan seguro señor, primero no soy ni abuelo, segundo si fuera abuelo canguro ya le aseguro yo que no tendría tanta paciencia.
Esta vez salió bien, no siempre tengo suerte y recibo alguna mala respuesta.

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