Historias de nuestros lectores
Por Cocarutas

Esta vez os cuento otra de mis excursiones, el destino fue a Albelda de la Litera, un pueblo un tanto peculiar, está enclavado en medio de montañas, areniscas, arcillosas y pintorescas formaciones, culminadas por la ermita de San Sebastián, (s.XVI-XVII) Ya existía en el año 1585 y estaba al cuidado de un ermitaño, desde aquí se pueden ver hermosas panorámicas de todo el entorno, merece la pena subir con tiempo, sentarse tranquilo y tratar de almacenar en el rincón de los buenos recuerdos tanta belleza.
El pueblo es un remanso de tranquilidad, protegido por sus montañas, visto desde la ermita se divisa todo el pueblo y sus alrededores, destacan en su casco antiguo, soportales que cerraban el pueblo y “portalets” que dan a la Plaza Mayor, a su rambla afluyen las aguas de un torrente y las pluviales, que sabiamente eran recogidas, unidas a las de un manantial de la sierra de “les Gesses” en el pozo árabe y la fuente que le dan vida y que fueron motivo de asentamientos.

Lo que más llama la atención es la impresionante Colegiata de San Vicente de Albelda, de estilo gótico tardío, sigue el patrón del gótico mediterráneo. Artísticamente la colegiata estaba dotada de elementos litúrgicos y artísticos de interés, aunque desaparecieron o se destruyeron durante la guerra civil. Actualmente, la cubierta del tejado está restaurada, pero el resto de la iglesia presenta una lamentable degradación.
El paisaje era árido, hasta principios del siglo XX que construyeron el Canal de Aragón y Cataluña, una obra de ingeniería hidráulica, el lateral de su recorrido es usado como paseo para los caminantes.

Al ser una zona muy seca, en tiempos de los árabes, aprovechaban el agua de las lluvias en aljibes excavados en las rocas, recogidas por pequeños canales excavados en el fondo de la roca y también aljibes en las casas, donde hacían lo propio con las aguas de los tejados, que servían para paliar las necesidades en otras épocas no muy remotas, todo un ejemplo de sostenibilidad olvidada y que ahora tanto necesitamos.
Con el canal la economía del pueblo mejoró, ahora pueden sembrar, cereales, frutales y forrajes, ahora tiene grandes granjas de porcino, ovino y caprino, su excelente gastronomía ofrece variedad de productos cárnicos, naturales, elaborados artesanalmente.
Con la habilidad y el tesón de sus habitantes hacen toda una exhibición artística de viejos oficios, recuperando las típicas tareas, fiestas como “La sega i la trilla” en junio y la matacía o “Festa del Tossino” el último domingo de enero, en este caso, gracias a la “penya Lo Magre” que pone en marcha este y otros eventos, con la colaboración de todos los vecinos y foráneos que acuden en masa a estas celebraciones, declaradas de interés turístico de Argón, sin duda las más multitudinarias, luego la sopa de cocido y la caldereta, un lujo para el paladar, seguro que necesitaron varios cerdos para dar de comer a unos 9000 comensales, gracias a todos los que participaron y colaboraron en la fiesta.

Para mí fue como volver a mi adolescencia, al tiempo que un doble sentimiento, aunque no soy capaz de matar a ningún animalito, (solo mosquitos y en defensa propia) pero lo del cerdo lo asocio a fiesta familiar, era el día grande, en los años cincuenta no sobraba la comida, pero ese día había para toda la familia más cercana, hasta 25 comensales en mi casa, con solo seis años un pariente algo bromista, me hizo creer que el cerdo que tenían que matar era muy grande y los cinco hombres no podrían dominarlo, cuando ya lo tenían sujeto en el banco me dijo, como este cerdo es rabuco, (con el rabo corto como este de Albelda) tu que tienes la mano pequeña, tienes que cogerlo del rabo y tirar fuerte para que no se nos escape, tiré con todas mis fuerzas, mientras él con sorna me animaba a tirar más fuerte, cuando el cerdo ya estaba muerto me abrazó, diciendo gracias a ti hemos podido con él, ya eres un hombrecito, me sentí en la gloria, mientras mis manos temblaban después del esfuerzo, desde entonces quería sentirme otro hombre más, necesario para ese fin, en mi casa se hacía lo mismo una vez al año, al menos quince matanzas que yo recuerde.

No se acaban aquí mis emociones, llegué a estos lares gracias al foro de campistas, unas 60 autocaravanas y campers, solo conocía dos matrimonios, pero me faltó tiempo para conocer unos cuantos más, gracias por admitir a este intruso en vuestras reuniones.

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